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Volcanes. Determinación del grado de impacto

Un equipo de españoles, después de dos expediciones a Sudamérica, desarrolló un método que les permite determinar el grado de impacto en tierra, agua y aire, de las futuras erupciones de un volcán, gracias al estudio de las capas de cenizas.


Para lograrlo, el investigador José Luis Fernández Turiel, del Centro de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, coordinador del proyecto, explica que estudiaron un centenar de depósitos de cenizas de hasta 2 millones de años atrás, en diferentes volcanes, según publica CSIC en abril.

Entre los seleccionados estaban el volcán Quizapú, que protagonizó en 1932 una de las erupciones más violentas de la historia. Ubicado cerca de la ciudad chilena de Talca, la erupción del volcán cubrió de cenizas desde Valparaíso hasta Buenos Aires.

Otros volcanes estudiados fue el Lonquimay, el Hudson, el Llaima y el Chaitén, ubicados en Chile y el Copahue, en el limite fronterizo con Argentina.

“La mayor novedad del proyecto es que, para un depósito de ceniza concreto, hemos podido determinar cuál fue su impacto en el medio ambiente”, explica José Luis Fernández.

El informe destacó que el mayor problema para desarrollar el método, fue elaborar el modelo de la dispersión de las cenizas en el agua y determinar la contaminación de estos depósitos, la cual puede ser máxima, explican. Buscaron que el método determinara los cambios de PH y la salinidad y que definiera cuando no son utilizables o bebibles.

En Chile, en 2008, con la erupción del volcán Chaitén, se notaron los efectos en el agua durante los siguientes 15 días. "Muchos animales murieron de sed o envenenados”, explica el investigador del CSIC.

El volcán Lonquimay, también estudiado por el grupo, vivió una de sus grandes erupciones como regalo de navidad el 25 de diciembre de 1988, mientras era investigado por el creciente número de sismos.

“La tierra se abrió y surgió con fuerza una gran columna de fuego y grandes bloques de roca ardiendo que se elevaron a más de mil metros”, describieron científicos de esa época según datos históricos de Crib.

Ellos destacaron que la lava fue el menor problema de la erupción, aunque destruyó 3,5 km. de caminos, bosques de araucaria, una laguna y toda la flora y fauna.

“Lo más impactante era ver la ceniza que arrojaba el cráter y que en ese momento estaba constituido por un polvo fino, un vidrio volcánico”, destaca la reseña histórica. Ellos advirtieron el grave daño que sufrirían los animales en caso de no sacarlos de inmediato del lugar.

Elementos liberados en las erupciones

Los resultados de los estudios volcánicos muestran que los componentes mayoritarios de las cenizas son sulfato y cloruro, informa CSIC, mientras que otros elementos, como flúor, hierro, zinc, arsénico, cobre y antimonio, se observan en muy pequeñas cantidades.

Algunos elementos liberados por los volcanes pueden ser beneficiosos para el ambiente, como es el caso del calcio y el hierro. Otros en cambio, como el arsénico y el flúor, pueden tener efectos nocivos, por lo que su control es una prioridad tras la caída de ceniza, destacan los vulcanólogos.

Los depósitos de cenizas, según el geofísico español, suelen ser efímeros y son erosionados con el agua y el viento, sin embargo en el caso de la erupción de Quizapú en 1932, descubrieron retazos en el norte de La Pampa de 20 a 30 cm de espesor.

Sin embargo, destacaron que existen también capas de cenizas de cuatro metros de espesor, con unos 4.000 años de antigüedad, que debieron de haberse generado en una erupción volcánica de gran magnitud, sin comparación con las observadas en los últimos 3.000 años.

Fuente. http://www.lagranepoca.com

Fecha de publicación: 11/05/2012


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